Tras la desaparición de Elizabeth Holland, Manhattan intenta recuperar poco a poco la normalidad. El evento más esperado de la temporada de invierno está a punto de celebrarse en el Metropolitan: la reaparición en sociedad de Henry Schoonmaker, que ya ha dado lugar a las conjeturas y los rumores más dispares y perversos. Lo único que parece claro es que en este esperadísimo acontecimiento coincidirán las dos personas que ahora rivalizan por el corazón de Henry: las bellísimas Penélope Hayes y Diana Holland… |
Parece que poco a poco todo vuelve a la normalidad en Nueva York: los días de luto por la muerte de la mayor de las Holland han pasado, y se empieza a rumorear que el joven Henry Shoonmaker debe empezar a echarle el anzuelo a alguna muchacha. Por supuesto la candidata principal a semejante puesto es la bellísima Penelope Hayes, que ya empieza a entablar confianza con la madrastra de Henry.
Pero como ocurre siempre en estas historias, a la chica de los cabellos negros no le va a resultar tan fácil hacerse con su cometido, pues Diana Holland y Henry mantienen una relación de felices amantes, que, sin embargo, no podrá consumarse en una boda por estar mal visto en la sociedad. Por su parte, Elizabeth ha huido con Will al Oeste para hacer fortuna, mientras que Lina Broud empieza a ascender en la escala de riqueza gracias a la venta de secretitos, que le ayudan a cotizarse una posición privilegiada entre la sociedad neoyorquina.
Y sin embargo, aunque todos parecen haber encontrado su lugar en este rompecabezas, sucesos inesperados volcarán el panorama, y los sueños de muchos se verán truncados por culpa de las mentiras y los chantajes...
Pero como ocurre siempre en estas historias, a la chica de los cabellos negros no le va a resultar tan fácil hacerse con su cometido, pues Diana Holland y Henry mantienen una relación de felices amantes, que, sin embargo, no podrá consumarse en una boda por estar mal visto en la sociedad. Por su parte, Elizabeth ha huido con Will al Oeste para hacer fortuna, mientras que Lina Broud empieza a ascender en la escala de riqueza gracias a la venta de secretitos, que le ayudan a cotizarse una posición privilegiada entre la sociedad neoyorquina.
Y sin embargo, aunque todos parecen haber encontrado su lugar en este rompecabezas, sucesos inesperados volcarán el panorama, y los sueños de muchos se verán truncados por culpa de las mentiras y los chantajes...
Hacía un año prácticamente que me había leído Latidos, así que me adentré un poco a ciegas en la segunda parte de esta saga, pero una vez pasados los primeros capítulos todo cobró sentido y me recordó lo interesante que había terminado la primera novela. Lo que no esperaba hallar era una continuación que superaba al primero (no ocurre muy a menudo).
Mientras que Latidos es más bien introductorio, en Rivales nos encontramos con unos personajes perfectamente trabajados y una trama que ya toma forma entera. Se nos sigue narrando la historia desde unos cinco puntos de vista distinto (como en el anterior), lo cual me parece estupendo porque pocas veces se ve eso en la literatura juvenil actual, y más teniendo en cuenta que no está narrado en primera persona. Este segundo libro brinda más protagonismo a la figura de Diana y dedica más tiempo a relatar la relación que se va forjando entre ella y Henry, lo cual es un gustazo leer, porque a parte de ser fresca y natural, es creíble y no se anda con remilgos. Todos los personajes mantienen sus características y se fortifican más en ellas. Uno empieza a cogerles cariño a los personajes, cosa que en el primer libro era un poco más difícil porque eran más planos; pero en Rivales podemos disfrutar de la maldad de Penelope y odiar la estupidez de Lina con razones.
Godbersen continúa con su pluma magistral y su discurso cuidado al dedillo, lo cual encaja a la perfección con la época en la que transcurre la historia. Algo que no me gustó fue esa constante descripción de los vestidos que llevaban puestos los personajes, sobre todo las mujeres; a veces parecía que la autora quisiera hacernos un pase imaginario de modelos neoyorquinos de finales del siglo XIX.
El ritmo es lento al principio, se dosifica por la mitad y se atropella sutilmente al final, y aunque no se pierde el interés por la historia durante la lectura y no se hace aburrido, sí es cierto que los últimos capítulos fueron demasiado rápidos para mi gusto. Además, que Godbersen nos guarda más de una sorpresa para la tercera entrega que pinta... ¡cómo pinta!
Esta segunda parte ha ganado en historia y en la caracterización de personajes: las parejas se empiezan a conformar y los objetivos de cada uno están más claros. La autora despista sobre el rumbo de la trama y escribe una historia que promete depararnos más sorpresas en las siguientes dos entregas.
Godbersen continúa con su pluma magistral y su discurso cuidado al dedillo, lo cual encaja a la perfección con la época en la que transcurre la historia. Algo que no me gustó fue esa constante descripción de los vestidos que llevaban puestos los personajes, sobre todo las mujeres; a veces parecía que la autora quisiera hacernos un pase imaginario de modelos neoyorquinos de finales del siglo XIX.
Esta segunda parte ha ganado en historia y en la caracterización de personajes: las parejas se empiezan a conformar y los objetivos de cada uno están más claros. La autora despista sobre el rumbo de la trama y escribe una historia que promete depararnos más sorpresas en las siguientes dos entregas.
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