También me uno a este gran sorteo que realiza El Tiramilla. La verdad es que es difícil resistirse, los libros que se sortean son bastante variados y todos pintan genial. He intentado armar algún texto con sentido, pero me conozco, y sé que se me pasará el plazo como no me dé prisa, así que, aunque la inspiración no está totalmente de mi lado a día de hoy, voy a intentarlo :)
Los tres libros que más me apetecen son Willow, El silencio se mueve y Por trece razones.
________________________________________________________________________PARTICIPO EN LOS SORTEOS 2011 DEL DIARIO EL TIRAMILLA CON EL SIGUIENTE TEXTO:
Siempre que mi madre me veía observando las musarañas mientras estudiaba, cogía rápidamente el ejemplar más gordo que tenía en la estantería y me golpeaba suavemente con él en la nuca para que me centrase. Para mí, era un problema tener que desplegar mi arsenal de libros de texto en la mesa del salón, pero la economía de mi familia nunca fue muy cuantiosa y mis pobres padres no podían comprarme un nuevo escritorio para mi habitación. No me molestaba que mi madre anduviese por la casa haciendo sus cosas, es muy silenciosa en ese aspecto. Pero la vista, ay, qué bien desarrollada la tiene. Se acercaba sigilosamente por la espalda, levantada el libro y casi me hacía comer los apuntes. El volumen que salió más malparado fue Laila Winter y las arenas del Solarïe. Grande, ancho, pesado. Tenía la sinopsis desgastada de tanta colleja que me llevaba, pobrecito (el libro).
No sé si agradecerle esa parte de mi vida a mi querida madre. Hizo que me sacase el Bachiller sin haber repetido, y su mayor ilusión era que estudiase una carrera. Yo, como alma perdida que soy, me dejo llevar por sus consejos, porque espíritu de vida, lo que se dice espíritu, no tengo. Así que acepté estudiar algo en la Universidad, lo que fuese. Como ya he dicho antes, no nadábamos en abundancia. A veces sentía que cualquier día tendría que salir a cazar cual Katniss con carcaj a la espalda en Los Juegos del Hambre para alimentar a mi familia. Soy un exagerado, lo sé.
Y la mala noticia llegó en pocos días: mis padres no podrían pagarme un piso ni una residencia en la ciudad. A mí me era indiferente, pero mi madre hizo mil y una virguerías para conseguir que entrase. Y eso la llevó a buscarme una plaza en Noruega. ¡Noruega! Que se dice pronto, pero os aseguro que cuesta llegar hasta tan arriba del globo terráqueo. Desconozco los hilos que movería mi madre para llevarme a semejante lugar, pero el caso es que en pocas semanas mis maletas estaban preparadas.
Véase a continuación a mis padres, una viva estampa de la desolación, mientras el avión despegaba. Me recordó aquello a la portada del libro Lágrimas Oscuras, porque mi madre no hacía más que pasarse el paño por los ojos para que el rimel no resbalase por sus aún jóvenes mejillas. En Despedida, recuerdo que Bianca no se había ido del todo cuando el destino actuó, pero imaginaos: un chico con pocas expectativas en su vida, rumbo a nada más y nada menos que Noruega. Fascinante. No tenía expectativas de volver con vida, simplemente porque no sabía ni cocinar una tortilla.
El transcurso del viaje no ayudó mucho. En vez de llevarme June Vagsto: Viaje a los reinos del norte, que hubiese casado mejor con mi próxima parada, me llevé como lectura para el avión El Joven Sherlock Holmes: Muerte en el aire. A veces me sorprende lo poco inteligente que puedo llegar a ser, y me sorprendo de nuevo por haberme sorprendido por eso. Siendo un chico de lo más despistado, no sé qué esperaba de mí mismo.
En fin, que al cabo de unos veintiocho milenios el avión aterrizó en Noruega. Concretamente en Oslo. Claro, era obvio. Pues bien, mientras recorría el aeropuerto con la mirada y prestaba atención a las conversaciones, me dí de cuenta de que hacía frío, incluso dentro de la misma edificación. Pensé que el ambiente estaría lluvioso y con aspecto de tormenta, como en la la portada de Crescendo, que hacía a uno tiritar los dientes con solo mirarla. Pero no, el ambiente sólo presentaba un frío que calaba hondo.
Con las manos rojas y los dientes cascarillándome, logré sacar de mi mochila el papel en el que mi madre había escrito paso a paso lo que tenía que hacer al llegar. Saqué un lápiz para tachar el punto número uno, que rezaba (en cualquiera de los sentidos de la palabra): 1. Llegar sin daños importantes a Oslo. Mujer agradable mi madre. El punto número dos me recordaba, con letras mayúsculas y recalcadas, que no me olvidase de ninguna maleta ni del pasaporte. Hecho. Lo siguiente era montar en un taxi que me llevase hasta la residencia. Me hubiese servido mejor un mapa y una motocicleta como la que presentaba la portada de El río robado de Montserrat del Amo, aunque lo que menos me apetecía en aquel momento era pedalear.
Me acerqué a la zona donde estaban aparcados los taxis, y mientras hacía el 'pito pito gorgorito' mentalmente para decidirme por uno, divisé por el rabillo del ojo a un hombre que me saludaba con gran ímpetu desde uno de los vehículos. La costumbre me hizo saludar del mismo modo. Entonces, el hombre entornó los ojos y me miró extrañado. Luego echó su gran cabeza roja hacia atrás y echó unas risotadas. Su cuerpo saltaba sobre el asiento, y pronto empezó a toser, poniéndose aún más rojo si cabía. Mientras me acercaba, salió del coche y me ayudó a meter las maletas. Una vez dentro del taxi, me arrebujé hacia la calefacción a la vez que me frotaba las manos. El taxista irrumpió cerrando la puerta, y con voz estridente me preguntó algo en el idioma del país, y lo único que entendí fue 'Willow' y 'Ne obliviscaris', curiosamente de dos libros que había leído hacía poco. Algo me decía que ese hombre no se refería a los libros ni por asomo, así que intenté con alguna frase en inglés y le enseñé la dirección de la residencia. Exclamó con un 'iot' y se lanzó con una pregunta: '¿Éxodo?'. De nuevo, no se refería al libro escrito por Anissa B. Damon. Se refería a si estaba allí de éxodo; viéndolo así, la verdad es que sí que parecía estar en el exilio.
A través de la ventanilla fui observando la ciudad, como si estuviese mirando a través de la ventana del libro Don, aunque estas vistas eran mucho más bonitas, sin punto de comparación. Al llegar, el agradable señor se despidió de mí con una palmada en la espalda que casi me dislocó el hombro, supongo que para que me corriera la sangre. Dentro del gran edificio de piedra hacía hasta calor. Me dirigí hacia la centralita que había en frente de la entrada, y me hicieron pasar a un despacho. Allí sí hablaban el inglés, y después del papeleo me dieron una llave para mi habitación, indicándome el pasillo de los Erasmus. Aquello era un laberinto, o más bien, La casa de los mil pasillos, como el libro que llevaba en mi mochila y que durante algún tiempo usé para equilibrar la mesa del salón. Pero la diferencia con aquella preciosa ilustración era que los pasillos no estaban nada iluminados, y un tenue foco al final del mismo me recordó enormemente al humo violáceo que surcaba la portada de Sombras.
Al llegar al final del pasillo, me encontré con una gran sala llena de sillones y una televisión al fondo, con algunas personas desperdigadas en las esquinas y entretenidas en sus quehaceres. Una de ellas, una chica bajita y de pelo color miel, se levantó del suelo y se acercó a mí. Chapurreando un poco de inglés, castellano y francés, mantuvimos una pequeña conversación. Se presentó como Annabel, y, al igual que la chica del libro con el mismo nombre, tenía unos ojos penetrantes y verdes.
Podría seguir contando que el curso me fue de maravilla, saqué mi carrera en pocos años y que al poco tiempo me fui a vivir a Niza para continuar mi vida al lado de Annabel, pero el tiempo apremia. Tenía pensado escribir un libro sobre mi estancia en Noruega, y titularlo Diario de un erasmus, pero un tal Carlos Pujol Leiva ya había utilizado este nombre para uno de sus libros, y prefiero dejar a la imaginación del lector el resto de la historia.
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Me ha quedado un poco largo, pero bueno, a ver si hay suerte y me llevo algún lote.
Nos leemos.
5 idea(s) :
ajajajajjaja lo que me he reído con el textoo!!!!! seguro que ganas!!!!!!!!! está genial!!!!!!
mucha suertee!!!!
un besiiii
¡¡Está muy bien!! :D
Me he reído un montón, y me he visto algo identificada... jaja aisss tal cual la vida del estudiante-lector!!
Te he dejado un premio en mi blog ;)
Besines
Jajaja, gracias, me alegro de que os haya gustado :)
La verdad es que me sentía chistosa cuando lo escribií ^^
Geniia, ojala y ganes, aunqe yo si qe te daria el gane, esta geniial :)
Qu é caray todas la speripecias que se encuntra uno en un lugar extraño y de las que pocos hablan. me ha gustado el relato, porque me has hehco viajar contigo y me has llevado a situaciones poco conocidas. Un gran abrazo y ¡¡MUCHA SUERTE!!
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