Autor: William ShakespeareTítulo original: King LearEditorial: CátedraPáginas: 280ISBN: 978-84-376-0596-8
William Shakespeare escribió "El rey Lear" hacia finales de 1605 o principios de 1606, cuando el autor no figuraba ya en las listas de actores de su compañía. La historia de Lear y de sus hijas, el odio entre hermanos, es uno de los temas más recurrentes en las manifestaciones artísticas y literarias de todos los tiempos. De nuevo las pasiones, representadas en esencia, son atribuidas a caracteres primitivos. Esta vez una amarga sátira de la ingratitud humana ocupa el eje de la acción.
Siendo consciente de su vejez, el rey Lear decide repartir sus tierras antes de morir entre sus tres hijas. Para ello, les pedirá a cada una de ellas que le demuestren su afecto. Mientras que Regan y Goneril declaran su amor filial sin ningún pudor, la más joven de las hermanas, Cordelia, se opone a las exigencias de su padre. Éste, furioso, decide desterrarla y se dejará llevar por la locura cuando descubra las artimañas de poder de sus otras dos hijas.
Como señalé hace poco en la reseña de Henry V, Shakespeare no es santo de mi devoción. Aprecio sus obras, pero no las llego a disfrutar demasiado, y eso es lo que me ha pasado de nuevo con El rey Lear. Por mucha psicología que haya detrás, los personajes me han parecido bastante planos, con unas motivaciones un tanto simples: tanto Regan como Goneril desean hacerse con el mayor terreno posible, al igual que el hijo bastardo de Gloucester, Edmund, que engaña a su padre para hacerse heredero de los bienes de su padre.
Tampoco es que la historia me resultase interesante. Asistir al paulatino proceso de locura de Lear me ha resultado más bien tedioso. Por no hablar de la imagen tan grotesca y feroz con la que se pinta al género femenino: o bien las mujeres son descritas como unas arpías (siempre en términos del mundo animal), como en el caso de las dos hermanas menores, o como pusilánimes y secas, como ocurre con Cordelia. Y qué queréis que os diga, por mucho que fuese otra época y que subyazca bajo otro discurso, no he disfrutado leyendo cómo se retrata a las mujeres de una manera tan cruel y deshumanizada.
El rey Lear es una tragedia de las grandes, en las que todo el mundo acaba mal parado y los últimos vestigios de redención y catarsis aparecen de manera abrupta hacia el final, sin dejar lugar a una posible solución. Dentro de su género, reconozco que se trata de una obra magna, pero desde un punto de vista personal, a mí no me ha llegado. No he empatizado con los personajes, no he comprendido su manera de actuar y no me ha interesado la historia. Una pena que Shakespeare y yo sigamos teniendo nuestras dificultades.
Como señalé hace poco en la reseña de Henry V, Shakespeare no es santo de mi devoción. Aprecio sus obras, pero no las llego a disfrutar demasiado, y eso es lo que me ha pasado de nuevo con El rey Lear. Por mucha psicología que haya detrás, los personajes me han parecido bastante planos, con unas motivaciones un tanto simples: tanto Regan como Goneril desean hacerse con el mayor terreno posible, al igual que el hijo bastardo de Gloucester, Edmund, que engaña a su padre para hacerse heredero de los bienes de su padre.
Tampoco es que la historia me resultase interesante. Asistir al paulatino proceso de locura de Lear me ha resultado más bien tedioso. Por no hablar de la imagen tan grotesca y feroz con la que se pinta al género femenino: o bien las mujeres son descritas como unas arpías (siempre en términos del mundo animal), como en el caso de las dos hermanas menores, o como pusilánimes y secas, como ocurre con Cordelia. Y qué queréis que os diga, por mucho que fuese otra época y que subyazca bajo otro discurso, no he disfrutado leyendo cómo se retrata a las mujeres de una manera tan cruel y deshumanizada.
El rey Lear es una tragedia de las grandes, en las que todo el mundo acaba mal parado y los últimos vestigios de redención y catarsis aparecen de manera abrupta hacia el final, sin dejar lugar a una posible solución. Dentro de su género, reconozco que se trata de una obra magna, pero desde un punto de vista personal, a mí no me ha llegado. No he empatizado con los personajes, no he comprendido su manera de actuar y no me ha interesado la historia. Una pena que Shakespeare y yo sigamos teniendo nuestras dificultades.
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